viernes, 26 de diciembre de 2014

Ahora es nuestro turno: erradiquemos la pobreza.


Tras la lectura del libro de Sachs “El fin de la pobreza: Cómo conseguirlo en nuestro tiempo”, cualquier persona medianamente interesada por el mundo que nos rodea empezaría a darle vueltas a la cabeza. Este es mi caso. ¿Confiamos en que la pobreza es capaz de erradicarse o en cambio pensamos que la pobreza de algunos es la riqueza de otros? Sin duda la respuesta de cualquier economista debe ser que es posible acabar con la pobreza, ¿qué asunto más inquietante hay en la actualidad? O mejor dicho, ¿lleva habiendo desde tiempos inmemorables?




Sachs (prestigioso economista, para aquellos que no lo sepan), trata el asunto desde un punto de vista bastante radical. Tras el análisis de diversos tipos de economías en base a sus propias experiencias, deduce que la clave del éxito está en la ayuda exterior a los países de pobreza extrema. Defiende, y dados unos argumentos bastante convincentes, que los países sumidos en la pobreza sólo podrán subir el primer peldaño en la escalera del desarrollo si los demás contribuimos en la inversión. Lo justifica con la llamada “trampa de la pobreza”, por la cual los países pobres no son capaces de salir de esa terrible situación que les atrapa como un círculo vicioso.

El célebre economista nos plantea la idea de manera excepcional. Plantea el Objetivo 2025, el cual consiste en la eliminación de la pobreza extrema en cuestión de 20 años. Pide la colaboración tanto de los países ricos como de ciertas instituciones (más concretamente, del FMI y el Banco Mundial). Quizás en este libro esté la clave para encontrar el camino. Puede parecer que el plazo de 20 años es bastante apresurado e incluso digno de denominarse “utopía” (teniendo en cuenta que, además, ya ha concurrido la mitad del plazo fijado). Aún así, a mi parecer, muchos economistas y políticos deberían leer las propuestas que en este libro se recogen, ya que pueden servir de gran ayuda.

El autor nos indica que es indispensable un buen diagnóstico del país en cuestión , puesto que cada sociedad es un mundo y por tanto, las causas de la pobreza pueden ser muy diversas. Llega a hacer una curiosa comparación con un paciente que sufre una grave enfermedad y al cual hay que realizarle un diagnóstico (económico, en este caso) para dar en el clavo y salvarle. Los gobiernos de los países ricos tachan a la corrupción como principal causa, pero debemos saber que, aunque sea de relevante importancia, no es algo determinante para la situación económica de un país.

“La trampa de la pobreza” es algo totalmente demostrable. Con los tiempos que corren, deberíamos dejar de ser tan pesimistas e iniciar el proceso hacia el cambio. Nuestra generación tiene herramientas de sobra para dar el paso adelante, solo hace falta una visión de futuro que ilumine el camino. Seamos solidarios, dejémonos contagiar por el espíritu navideño y pensemos en todas aquellas personas que lo están pasando realmente mal. Acabar con la pobreza es posible y lo más importante, está en nuestras manos.

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