sábado, 1 de noviembre de 2014

Crónica de una muerte anunciada.

“Entonces, ¿necesitamos una nueva forma de dinero? Tenemos enormes problemas económicos, pero los billetes de papel están funcionando bien, y deberíamos dejarlos en paz". Paul Krugman, Febrero 2013.

Han sido pocos los días que durante el último año nos hemos levantado sin encontrarnos con alguna noticia relacionada con la moneda criptográfica, también llamadas monedas virtuales, de las que la más conocida es Bitcoin, y que desde su creación se ha convertido en la mayor novedad del entorno financiero en el mundo.



Bitcoin fue creado en el año 2008 por un programador informático cuyo seudónimo es Satoshi Nakamoto, del que poco sabemos. Digamos que el Bitcoin funciona como un programa que cada usuario instala en su dispositivo, adquiere una especie de monedero que le permite o enviar y recibir Bitcoins. Existe, una cantidad máxima de bitcoins que puede llegar a producirse, hasta 21 millones, y se calcula que dicha cantidad pueda alcanzarse en 2041.



Los bitcoins pueden adquirirse por el usuario corriente comprándolos, generalmente con tarjeta de crédito, en los mercados de bitcoins, que son ya más de 100 en todo el mundo. El más importante hoy es BTC China seguido (hasta su quiebra en febrero de 2014), por Mt. Gox en Japón y ahora por Bitstamp en Eslovenia y BTCe en Bulgaria. El precio de un Bitcoin se determina por su oferta y su demanda: cuando la demanda aumenta, su precio se incrementa, y cuando la demanda desciende, el precio baja . Lógicamente, para realizar transacciones es necesario que ambas partes dispongan de cuentas Bitcoin. Hoy, con gran diferencia, el mayor uso de bitcoins se da en el juego por Internet, aunque también se usan en algunas tiendas online (Zynga, Wordpress, Virgin) o incluso en tiendas especificas bitcoin, las llamadas BitcoinStores.

El sistema, además de original, parece atractivo : no pertenece a ningún estado o gobierno y se puede utilizar en todo el mundo sobrepasando barreras geográficas y políticas, y su valor no depende de una intervención de un banco central; en menos de una hora puede estar realizada la transacción y sin intermediarios por lo que el bitcoin tiene menores costes que las tarjetas de crédito y las transferencias bancarias; son infalsificables y está garantizado el anonimato y además, las transacciones son transparentes y para las operaciones no existen días ni horas. Entonces ¿dónde está el problema? Pues los hay. Y muchos:

• La seguridad. Aunque en un principio se vendió el sistema como absolutamente seguro e inviolable, lo cierto es que han sido precisamente problemas de seguridad los que dieron lugar el pasado mes de febrero a la quiebra del portal Mt. Gox, que era hasta ese momento, como ya he dicho, uno de los principales portales de intercambio de bitcoins.
• El anonimato. Los traficantes de drogas y otras actividades ilegales intentan utilizar bitcoins en lugar de moneda corriente para disminuir costes y blanqueaer. La Financial Crime Enforcement Network (agencia estadounidense para la prevención del blanqueo de capitales), exige desde principios de año, que las entidades que utilizan moneda criptográfica se registren como negocios de servicios.



• La incertidumbre. El que no tenga un respaldo de gobiernos y bancos centrales puede ser una clara desventaja ya que muchos usuarios se sentirían más cómodos con una garantía oficial. Y son precisamente los gobiernos y los bancos centrales los que más desconfianza manifiestan: el Banco Central de China ha recomendado a sus bancos no involucrarse directamente en la negociación de Bitcoin; Hay países como Tailandia o Ecuador que han prohibido incluso el uso de Bitcoin en su jurisdicción; la legislación sobre este tipo de monedas en países como Estados Unidos no está clara aun y a efectos fiscales no se le reconoce como moneda; y la Autoridad Bancaria Europea recomendó en julio a las autoridades nacionales desincentivar que las entidades financieras compren, acumulen o vendan monedas virtuales. Todo ello evidentemente, genera desconfianza, lo que a su vez, influye en su volatibilidad: su valor ha oscilado desde menos de un dólar, en junio de 2012, hasta 1.117 dólares el 4 de diciembre de 2013 y hasta sólo 341 dólares hoy. En un solo día de 2013, la cotización del bitcoin cayó un 61%. Este año ha llegado a perder en una única jornada el 80%.

El caso es que esta sucesión vertiginosa de acontecimientos ha convertido una genial idea en un elemento de pura especulación, tal y como afirmó durante una intervención en una conferencia celebrada en el Foro de Davos sobre tendencias digitales en los mercados financieros el premio Nobel Robert Shiller: “Es una burbuja, no hay duda de ello... Es justamente un ejemplo asombroso de una burbuja".

Sin intención de contrariar al genial economista con cuyas palabras he iniciado este artículo, pienso que la idea de la moneda virtual cristalizará, tarde o temprano, porque sería absurdo renunciar a sus evidentes beneficios y porque es imposible “ponerle puertas” al campo de las tecnologías. Pero ello nunca ocurrirá sin el respaldo y la garantía de las autoridades políticas y financieras y sin un marco legal adecuado.

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